¿Qué es la fascia o el sistema fascial?
Los investigadores sugieren la utilización del término sistema fascial. Este sistema está formado por tejido conectivo, es decir, una membrana fibrosa que envuelve, formando una red tridimensional y continua, a todos los elementos corporales: huesos, músculos, órganos, vísceras, nervios, vasos sanguíneos, vasos linfáticos, etc., proporcionándoles el espacio, sostén y protección necesarios para que cada uno de ellos puedan realizar su función correspondiente. En la anatomía clásica se han estudiado de forma separa y aislada cada uno de estos elementos, sin embargo, los nuevos avances científicos han mostrado que ninguno de ellos podrían funcionar de forma adecuada sin la existencia de un tejido conectivo sano que los entrelace, conecte y les dé su forma.
Esa red de tejido fascial que se dispone a lo largo de todo el cuerpo va a modificar sus características en función de su localización para adaptarse a las necesidades específicas de cada zona. Por ejemplo, el tendón y el ligamento son especializaciones del sistema fascial. Dada la continuidad de este sistema, una alteración del mismo en un punto afectará a su globalidad. Esto se traduce en que una lesión fascial en una zona determinada puede manifestar su sintomatología en otra zona diferente y distante. Este hecho es fácilmente comprensible a través de los nuevos modelos biomecánicos basados en el concepto de biotensegridad.
¿Cómo se lesiona la fascia?
La fascia se lesiona o, lo que es igual, cambia su conformación tridimensional y hasta su composición ante cualquier traumatismo físico o emocional como pueden ser una fractura, esguince, torcedura, o un golpe, por el mantenimiento de posturas inadecuadas o de movimientos repetitivos, en procesos cicatriciales tras una intervención quirúrgica, un corte o una herida, por el mantenimiento de procesos álgidos ya sean degenerativos o no, e incluso como consecuencia de una alimentación incorrecta, de la pérdida de un ser querido o la cualquier otra experiencia de alto contenido emotivo. Todas estas situaciones pueden producir una lesión o disfunción miofascial ya que hacen que el tejido conectivo reaccione creando restricciones o entrecruzamientos. Estos entrecruzamientos, que podríamos considerarlos como especie de “nudos” de tejido conectivo, van a estrangular a los elementos que albergan o protegen, a aquéllos a los que les proporcionan sostén o superficie de deslizamiento dificultando e impidiendo a veces su funcionamiento.
¿Qué es la Terapia o Inducción Miofascial?
La Inducción Miofascial es un procedimiento fisioterapéutico de terapia manual en el que a través de estiramientos suaves, diferentes tipos de presiones mantenidas y un posicionamiento especial, el fisioterapeuta consigue devolver al tejido fascial su normalidad y, como consecuencia de ello, se aliviarán dolores de aparición reciente o de larga trayectoria, mejorará la postura, el movimiento y el funcionamiento de vísceras y órganos que pudieran encontrarse constreñidos por las tensiones fasciales a las que estaban sometidos previamente al tratamiento.
¿Quién se puede beneficiar de la Terapia Miofascial?
La Terapia o Inducción Miofascial tienen un amplio espectro de aplicaciones clínicas ya sea de forma exclusiva o en combinación con otros métodos fisioterapéuticos. Aunque no sólo pueden tratarse lesiones del aparato locomotor, es en este campo en el que destaca su efectividad. Así, algunas de las patologías o disfunciones susceptibles de ser tratadas por la Inducción Miofascial son:
- Las algias vertebrales como las lumbalgias, lumbociáticas, cervicalgias y las dorsalgias.
- Otras algias y disfunciones como el hombro doloroso, las cefaleas tensionales de origen mecánico, las disfunciones de la articulación témporo-mandibular (ATM) o los problemas menstruales.
- Alteraciones de la postura como la hiperlordosis, hipercifosis dorsal o la escoliosis.
- Disfunciones de origen tendinoso-fascial como el síndrome del túnel del carpo, epicondilitis o codo de tenista, epitrocleitis o codo de golfista, la tendinitis o tendinosis del manguito de los rotadores y la fascitis plantar, entre otras.
- También es de especial interés el papel que la inducción miofascial puede tener en la recuperación posquirúrgica y en el proceso de cicatrización postraumático y posquirúrgico.
- Del mismo modo, la terapia miofascial proporciona resultados muy satisfactorios en diversos síndromes como el síndrome de salida torácica, el síndrome del latigazo cervical y la fibromialgia.
¿Cómo son los tratamientos de Inducción Miofascial y qué frecuencia tienen?
Las sesiones de Inducción Miofascial son individualizadas y su duración oscila entre los veinte minutos y una hora.
A modo orientativo, la frecuencia de las sesiones variará de entre una y tres veces a la semana, dependiendo del tipo de lesión, de su antigüedad y de la severidad de la patología o disfunción a tratar. Sin embargo, siempre habrá que estudiar cada caso de manera individual para valorar cuál será la intervención más recomendable para cada paciente.
Referencias bibliográficas
– Escuela de Terapias Miofasciales TUPIMEK. Acceso: 5/6/2018
– Lucas L. (2011). Understanding your fascia. RT. June.
– Pilat A. (2003). Terapias miofasciales: Inducción miofascial. Aspectos teóricos y aplicaciones clínicas. McGraw Hill – Interamericana. Madrid.
Sara Cruz